Esculpiendo un futuro

Cuentan que un pequeño, vecino de un gran taller de escultura, entro un día en el estudio del escultor y vio en el un gigantesco bloque de piedra. Y que dos meses después, al regresar encontró en su lugar una preciosa estatua ecuestre y volviéndose al escultor, le pregunto: ¿y cómo sabias tu, que dentro de aquel bloque había un caballo?

La frase del pequeño era bastante más que una gracia infantil. Porque la verdad es que el caballo estaba en realidad, ya dentro de aquel bloque. Y la capacidad artística del escultor, consistió precisamente en eso: en saber ver el caballo que había dentro, e irle quitando al bloque de piedra todo cuanto le sobraba. El escultor no trabajo añadiendo trozos de caballo al bloque de piedra sino liberando a la piedra de todo de todo lo que impedía mostrar al caballo ideal que tenía en su interior. El artista supo “ver” lo que nadie veía. Ese fue su arte. (Tomado de: cuadernillo de J.L. Martín Descalzo).

Pienso todo esto al comprender que con la educación de los humanos pasa algo muy parecido. Han pensado ustedes alguna vez que la palabra “educar” viene del latín “educere” que quiere decir exactamente sacar de dentro? Han pensado que la verdadera genialidad del educador no consiste en “añadirle” al niño las cosas que le faltan, sino en descubrir lo que cada pequeño tiene ya dentro al nacer y saber sacarlo a la luz.

Me parece que muchos padres y educadores se equivocan cuando luchan para que sus hijos se parezcan a otras personas que han triunfado en la vida. Pero es que su hijo no debe parecerse a Einsten ó Sor teresa de Calcuta, Ian Torpe, ni a nadie. Su hijo debe ser ante todo, fiel a sí mismo y realizarse al máximo. Tiene que sacar de dentro de su alma la persona que ya es, lo mismo que del bloque sale el caballo ideal que había dentro.

Ser Hombre no es copiar nada de afuera. No es ir añadiendo virtudes que son “magnificas” pero tal vez son de otros. Ser hombre es “llevar” a su límite todas las infinitas posibilidades que cada humano ya lleva dentro de sí. Los Padres y educadores no trabajan como el pintor añadiendo colores y formas. Trabajan como el escultor: quitando todos los trozos informes del bloque de la vida y que impiden que el hombre muestre su alma entera tal y como ella es.