Entrenamiento y afectividad

Son muchas las variables en la preparación física y sicológicas que tocan los libros de entrenamiento deportivo, pero por más que he buscado no he encontrado mucho sobre afectividad. Esta la he experimentado en mi vida como entrenador y como padre y me parece tan importante como la resistencia aeróbica, la velocidad o la resistencia láctica, es la base de la motivación del deportista y cuando yo como entrenador doy afectividad, recibo en contraprestación compromiso, motivación, entrega y lealtad a mi plan de trabajo, además de la misma dosis como mínimo, de afecto que he entregado.

Cuando me iniciaba en el complejo mundo del entrenamiento, recibí una critica muy dura de parte de un adolecente que dirigía “usted cree que soy un caballo de carreras, usted sabe que pienso, que siento o porque estoy cansado” fue su respuesta airada cuando le exigía mas rendimiento en el entrenamiento.

Estoy seguro del afecto de todos los entrenadores hacia sus pupilos ¿pero saben manifestarlo? ¿Se sienten queridos sus nadadores?

La afectividad no tiene nada que ver con la formación profesional, si no con la formación personal y los profesionales de mi generación (incluida mi idiosincracia regional), fuimos criados en ambientes rígidos en donde nos sabíamos amados, pero no nos sentíamos amados. Las manifestaciones de afecto de nuestros padres respondían a un esquema estricto, en donde la ternura y la manifestaciones de cariño y afecto eran para las niñas, las primeras frases que escuchaba en mi niñez era que los hombres no lloraban, los hombres debían ser machos, el contacto físico o el abrazo con los amigos era “sospechoso” por consiguiente la afectividad como tal no existía, ese mismo programa formativo lo repetimos como educadores y como padres.

El entrenamiento deportivo en nadadores jóvenes no es otra cosa que un espacio educativo y formativo en donde “se ha insistido en ser lugar de dureza emocional y autoridad a toda prueba”. Por consiguiente propongo romper con estos paradigmas y darle un sentido más humano y mas educativo al entrenamiento, mejorando los canales de comunicación entre el deportista y el entrenador, procurando iniciar una relación más afectiva, en donde exista un interés sincero por el ser humano que está haciendo un sacrificio diario por mejorar no solo sus tiempos, sino su crecimiento personal.

¿Qué motivación tiene un adolescente de nuestro país, en un deporte tan duro y poco apoyado y reconocido, como la natación?

Dos cosas, sus padres brindando apoyo incondicional, con dosis altas de sacrificio y su equipo, con el entrenador a la cabeza, que le brinda identidad, amistad y solidaridad. Si uno de estos aspectos falla, el resultado es el retiro de la vida deportiva.

Si yo como entrenador me siento a dialogar con el nadador, para plantear de forma conjunta los objetivos del plan de trabajo, si puedo conocer sus aspiraciones, sus sueños y sus temores tendré más herramientas de trabajo y si logro ganarme su confianza y puedo conocer detalles de su vida personal, como su música preferida, su mascota, la forma en que le gusta que lo llamen, por nombrar algunos aspectos, estaremos dando un paso importante, para entrar al ser humano y sacar lo mejor de él, que finalmente es nuestro objetivo fundamental como educadores.