Una historia Olímpica III – Los tramposos –

Por Raul I Gonzalez

Según Notinat.com, se han aumentado los problemas del doping en el deporte desde los Juegos de Atlanta 96. Allí fueron 2 positivos, 11 casos se detectaron en Sydney 2000 y 27 fueron los positivos en Atenas 2004. Deportes como el ciclismo, el atletismo y las pesas han sido los más afectados por este flagelo.
Por eso en Beijing se atacarán los posibles tramposos y se realizarán el doble de controles que se realizaron en Atenas (2350 en Atenas a 4550 ahora en Beijing). En total se puede decir que casi la mitad de todos los atletas asistentes a los Juegos serán controlados en un momento u otro. Este riguroso control se dará aún en los campos de entrenamiento durante los días previos a los Juegos.

Pero lo de los tramposos no es nuevo, he aquí algunas de estas historias de tramposos olímpicos:

En los Juegos de San Luis 1904 la carrera del maratón se disputó en un clima infernal, húmedo, caliente y con un gran temporal que se presentaba por etapas; además los carros que acompañaban a los deportistas levantaban grandes polvaredas y en los períodos lluviosos los llenaban de barro. Se retiraron más de la mitad de los deportistas. El americano Fred Lors se sintió mal y se montó a uno de los carros pero al sentirse mejor se bajó faltando unos 5 kilómetros para la meta superando al que ocupaba la primera posición y llegando de primero al estadio ganándose el beso de la hija del presidente de los Estados Unidos que se tenía como premio al vencedor y siendo coronado con la corona de laurel. Cuando llegó Hicks se dieron cuenta de la trampa y Lors desapareció como por “arte de magia” del estadio. Más tarde se supo que el ganador, Hicks, había tomado dosis de un estimulante a base de estricnina para no desfallecer al final de la prueba, esto no se castigó.

Otro caso muy famoso fue el del canadiense Ben Johnson quien ganara los 100 planos en los Juegos de Seul 1988. Ganó rompiendo el record del mundo y tan sobrado que pasó la meta mirando atrás a sus competidores solo para ser descalificado unos días más tarde por utilizar un esteroide anabólico llamado Stanozolol dizque para tratar una reciente lesión en las piernas.

Aunque no es un caso puro de trampa, hay una historia de la maratón de Londres 1908, el italiano Petro Dorando arribó al estadio en primer lugar solo para caer agotado física y mentalmente al pisar la pista de carbón. Se levantó y cayó varias veces en unos pocos metros y entre empujones y ayudas de sus amigos y de los jueces logró cruzar la meta; los americanos impugnaron la victoria por haber sido ayudado. Fue declarado ganador el americano J. J. Hayes. Dorando fue premiado por la reina de Inglaterra con una copa de oro y fue el campeón moral, el púbico lo quedó adorando como un gran héroe.

En los Juegos de Estocolmo se presentó un caso que es de trampa pero de parte de uno de los entrenadores americanos. El velocista Drew, negro, era el favorito en la final sobre los deportistas blancos y su entrenador lo encerró en el baño de donde no pudo salir hasta que los blancos ganaron la carrera.
En los Juegos de Roma 1960, se presentaron dos o tres “damas” muy masculinizadas, la soviética Tamara Press 2ª en el lanzamiento de la bala y la rumana Yolanda Balas ganadora del salto alto. A partir de allí se realizaron controles de sexo a las damas antes de cada competencia y fue muy particular el hecho de que muchas de estas damas masculinizadas desaparecieron del mapa deportivo cuando estos controles se institucionalizaron.   

Durante la prueba de ciclismo de 100 kilómetros contra el reloj de los Juegos de Roma se dio un caso espeluznante. Esta prueba se realizó en un dia muy caliente y húmedo. El ciclista danés Knud Jensen se desplomó durante la carrera para no levantarse jamás. Se relacionó su muerte a la acción de los productos dopantes que sus entrenadores le habían administrado antes y durante la carrera. Esta situación prendió las alarmas y a partir de allí se iniciaron los controles al doping durante los Juegos Olímpicos.

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